Estoy inquieto…
Será el año del todo o nada.
No habrá grises.
Las oportunidades sólo serán visibles para algunos.
El objetivo consistirá en hacer perlas y contar estrellas.
Brillarán nuevos planetas.
Habrán muchos cambios.
Dejaremos de perder el tiempo en tonterías.
Hablaremos en serio.
La cordialidad sólo será si es auténtica.
Los buenos se juntarán un poco más con los buenos…
Y habrá que hacer una lista de los elegidos…
Porque el cambio va a ser enorme, nunca visto.
(No va de economía)
Caerán los caretos y disfraces,
Quedará lo sólido.
Lo he comprobado en lo íntimo.
Emails, llamadas y mensajes sin objetivo preciso.
Comunión e inquietud de los visionarios
que sin decirse nada, esperan.
Ya no valdrá la patada en el suelo…
Ni la discusión de café,
Ni la desilusión sin horizonte.
Ayer, conté en la calle a 14 mendigos.
La vergüenza de ser familia tiene un límite…
que no es el del dinero.
Me río, amargo, de la blanca Navidad,
que no es más que una burda excusa
para tapar agujeros, vacíos enteros.
El mundo que tenemos,
el que decimos que se cae a pedazos,
es el salón de nuestra casa.
Que Dios nos dé fuerza
para dignificar al portero, al barrendero,
al celador hospitalario, a la secretaria,
al transportista, a la cajera.
Al currante y al que está en paro.
Al que ama y al que pasa,
y sobre todo…
al amigo invisible que hace posible que aún hoy,
esto aguante.
Algunos desapareceremos.
Un abrazo,
Antonio