Un nuevo post de:


De entre las mayores intolerancias que sufro está la de la falta de objetividad o escasa capacidad -o voluntad, no estoy seguro- en que no se utilice siempre el mismo pie de rey y la misma escala para comparar situaciones similares o casi idénticas.
Por desgracia , este comportamiento lo estamos viendo demasiado en la voz y pose de nuestros dirigentes políticos que exaltan el mal tino en los demás y perdonan la misma voz para la propio.
El hacer de los otros suele ser la excusa y el argumento para justificar el sí o el no, según convenga, despreciando al mismo tiempo la ecuanimidad.
La ecuanimidad, que reivindicamos hoy y que como casi todos los vocablos procede del latín (lo cual quiere decir que esta virtud ya viene de antiguo) significa “imparcialidad de juicio” e “igualdad y constancia de ánimo”. Maravilloso. Nos falta. Se parece mucho a la consistencia (“Cualidad de lo que es estable, coherente y no desaparece fácilmente”).
Quien no es ecuánime ni consistente, no es fiable. Quien no es ecuánime no merece seria consideración.
Intentemos serlo y en especial apoyar a los que lo son, porque suelen ser tachados de “equidistantes”(¿) y tibios .
Nada mejor que tener referentes y espacios de resguardo seguros, resistentes al viento y a los cantos de sirena
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© Antonio Agustín
Toda la razón.
Otra buena reflexión Antonio!! Gracias