Un nuevo post de:
Fíjense en que buena parte de las apariciones públicas de nuestros políticos se suceden una tras otra en los mejores hoteles de nuestras capitales. Sea en medio-seminarios, declaraciones o sea en simples reuniones.
Ya en las elecciones que dieron el poder a Felipe, el cuartel general de la noche electoral del candidato de la opocición fue el Palace, estupendo cinco estrellas construido en 1912 -dos años después del RITZ– por sugerencia del Rey Alfonso XIII.
Recordemos los famosos pactos del Majestic, hoy todavía maravilloso hotel de máximo lujo situado en el corazón del Paseo de Gracia de Barcelona.
Parece que las reuniones más discretas también tienen lugar en este entorno. Hace muy pocos días nos enteraron de que valores municipales del PP catalán se reunieron con sus antípodas de Junts en los jardines sosegados del maravilloso Alma, también five stars.
Aun sin ser un servidor demasiado viajero no pocas veces he sido testigo de numerosas reuniones en entornos deslumbrantes de representantes políticos de diversa condición.
A ello hay que añadir los restaurantes de postín que suelen ser -mejor en reservado- un sitio principal de reunión.
No sé yo si son los mejores ejemplos para el ciudadano que aún cree que esto de la política tiene mucho de servicio público y de vocacional. No sé yo si entenderá fácil que una comilona de muchos euros y garantías Michelin , aunque sea buena,
sea mejor opción que un buen menú en un restaurante tradicional.
La frecuentación excesiva del lujo por parte de políticos (ojo, no me refiero a gobernantes, que tienen otros condicionantes) me genera muchas dudas : no me parece un buen ejemplo frente a la austeridad que debería imperar entre cualquier aspirante a dirigirnos y representarnos.
© Antonio Agustín
Totalment d’acord, Antonio.
La classe política mai ens ha donat gran cosa,
i menys, exemple. La sort és que encara hi ha excepcions.
Yo creo que me equivoqué de oficio.