El Gurupo ha hecho un reciente debate sobre los llamados ‘productos malditos’ y quiero hacer tres reflexiones:
– Una: hay que estar atentos a los desarrollos de la ciencia y la investigación. Especialmente la que se enfoca a nuestro bienestar y nos permite diferenciar entre lo que es bueno, regular o malo que consumamos. Hace años no sabíamos qué demonios era el anisakis…
– Dos, paralelamente hay que dar fuerza a organismos independientes que velen por nuestra salud frente a los intereses -muchas veces justificables- de la industria. Entidades que sean capaces de decir sin bozales si el consumo de determinados ingredientes es perjudicial o no para nuestra salud. Si el aceite de palma, que se usa también como lubricante industrial, ingrediente de jabones y que contribuye a la deforestación, es también malo o no para nuestra salud. Y lo ha dicho. Si la carne procesada es mala o no para nuestra salud. Y lo ha dicho. Si las grasas trans, que son las que quedan después de convertir el aceite líquido en grasa sólida, son malas o no para nuestra salud. Y lo ha dicho. Si la sal o el azúcar son en verdad los causantes de la hipertensión y la diabetes. Y lo ha dicho. Otra cosa es que nos guste el veredicto…
– Tres: la ‘bondad o maldad’ de los ingredientes o los productos -y esto debe ser también claramente comunicado- suele depender de la cantidad ingerida en una toma o en muchas -aunque ligeras- tomas frecuentes.
Y como reflexión final: esperemos que las administraciones velen por la salud de los ciudadanos ante nuevas formulaciones, adaptaciones de viejas o simplemente actualización de las normas ante los resultados de nuevas investigaciones.
Hay que decir las cosas claras y difundir mucho más los mensajes
Sí, faltan dos cosas: decir las cosas claras y difundir mucho más los mensajes. La salud me importa un montón.
Los intereses económicos de corporaciones o sectores económicos deben plegarse al interés de la salud y calidad de vida de todos nosotros.