Se crió entre la granja de pollos y la Mobylette de su promogenitor para completar lo que antes se conocía por “servicio a domicilio” y hoy conocemos por “delivery”.
¿Por qué no añadir patatas? Aquí el propósito empresarial que se fijó no pudo ser más cercano: dar sentido a la vida a Lluis Tornils, uno de los grandes amigos de papá Viader, postrado en la cama y paciente sufridor de dolores que parecían no tener fin. De la granja, al churrero de Blanes y al Camping de Lloret… y a toda la Costa Brava después.
Y así nacieron las primeras Frit Ravich. Frit viene de frito, en catalán, y Ravich de una masía, Can Ravich, en Maçanet de la Selva.
¿Y si añadiésemos frutos secos para que los vendedores tengan un portafolio más completo y tengan algo para vender cuando se acabe el calor? Y así nacen los packs de de almendras, nueces, avellanas, dátiles y demás. ¿Y las chuches? ¡Pues también!
El caso es que Judith disfrutaba jugando durante los fines de semana en el garaje de su casa entre paquetes de patatas , chuches y frutos secos secos. (Sí, sí, todo empezó en un garaje, como en Silicon Valley, solo que en vez de trasegar con semiconductores, aquellos «chips» tomaban forma de patata frita.
¿Y si lo llevásemos nosotros en vez de otros que no sabemos nada de cómo lo hacen? Y así nace la distribución propia.
¿Y si distribuyésemos productos de los demás? Y así crece Frit Ravich distribución.
Y es así como «¿por qué no añadir?» se convierte en la frase-pregunta preferida de la casa. Primero de don José María y después de Judith. Con el Sr. Viader, precursor, iniciador y primer desarrollador, y con Judith desde el 97, como profesionalizadora del crecimiento y la innovación que conduce por senda del orden a una empresa que supera con creces los 300 millones de euros y da trabajo ya a más de 1.200 personas.
Judith inició sus primeros pasos estudiando en ESADE y entendiendo a fondo lo que era esto de la gestión empresarial. Y la verdad es que, visto lo visto, lo aplicó a la perfección en el ámbito de la empresa familiar.
A esto (es decir, a su aterrizaje empresarial) le ayudaron muchísimo Josep Busquets y su cómplice, colaborador, confidente y amigo del alma, Miquel Sureda. Su fallecimiento dio fe que Judith tenía las alas preparadas tanto para volar alto como para planear.
Creemos que no es mujer de cuota. Tiene muy claro que ellas están en franca minoría (calcula siempre los asistentes a un congreso contando fácilmente las féminas y multiplicando el resultante por una x que ronda el 10) y advierte que resulta más difícil hacerse oír siendo fémina, pero también reconoce que llevar el apellido del founder ayuda mucho a avanzar en este mundo esencialmente masculino.
No se pierde congreso, charla o conferencia en la que huela que pueda aprender algo, amén de las reuniones internas de comité, sindicatos, grupos de trabajo, ferias o simposiums de rango nacional o internacional.
También manifiesta sentido del deber participando en la junta de numerosas asociaciones, fundaciones y organizaciones de tinte empresarial.
A los líderes de verdad -al menos en el sector alimentario- se les acaba reconociendo por su asunción de riesgos (no, no hemos dicho aversión, justamente) que en su caso superó con nota muy alta cuando levantó un enorme y modélico almacén automatizado (la berza) en Maçanet y le ayudó a mantener en rentabilidad a dos negocios que suelen ir separados: fabricar y distribuir.
En lo personal, que nos interesa mucho, varias notas muy marcadas:
– No se le conoce chulería ni dosis alguna de prepotencia ante los demás. Más bien al contrario: está a disposición siempre de quien quiera contarle o contactarle. Siempre tiene un rincón para quien le solicita tiempo. Otros le llaman accesibilidad. Y lo más importante, es capaz tanto de impartir razón como corazón. Sonriendo. “Humilitas occidit superbiam” es decir, matando el orgullo con la humildad.
– Máximo respeto a todos: sean enanos o gigantes. Altos directivos u operarios. Con curriculum y credenciales o sin.
– Lealtad. Los que conocimos y vivimos el tándem con Miquel Sureda lo sabemos. Los que no, que si hay causa pueden confiar en su apoyo siempre.
– Ilusión por lo nuevo, por la novedad, por lo fresco, por lo distinto. Entusiasmo total por hacerlo todo mejor y diferente.
– Equilibrada: como alumna sería seguramente tan estudiosa como fiestera. Siempre conserva la calma aunque la procesión vaya por dentro. Ambiciosa, pero en palabras de mi adorado Séneca, “qui totum vult totum perdit” (quien quiere todo, lo pierde todo).
(No mencionaremos lo de trabajadora, cumplidora… ya que son atributos que al líder, como el valor al soldado, se le supone).
En fin, que celebramos que en este aburridísimo mundo del gran consumo existan Judiths que como la Viader piloten naves enormes de ideas y capital nacional haciendo su hueco entre grandes grupos europeos y americanos. Personas con un perfil singular lejano del naftalínico traje de mil rayas, cuello blanco y corbata de marca. Con principios de gestión más bien cerca del buen rollo y objetivos claros y alejados del “ordeno y mando”. “La clave, Antonio, es rodearse de buena gente”.
De menos, para no convertir esto en un ara improvisado, me atrevería a decir que Judith está en todo (me juego una bolsa de snacks a que opina sobre el diseño del stand en Alimentaria y de los lotes de regalo que se reparten entre amigos y visitantes) ¿Defecto o virtud?
Por cierto, siempre me han gustado las chuches con sabor a plátano… y no sé si este escrito me garantizará suministro de por vida o significará un corte en el abastecimiento como el del gaseoducto Nord Stream, ya cerrado para siempre.
(Y acabo pidiendo disculpas por las frases de latín que me han salido de corrillo tras haberse abierto sin querer de un trastero cerrado desde que finalicé la carrera).
Antonio Agustín
Consejero, escritor y experto en distribución